Blog experimental de una contadora de historias.
En la sesión pasada con mi terapeuta en psicoanálisis comentábamos la importancia de recordar y tener siempre presentes todos y cada uno de los logros obtenidos a lo largo de la vida, pero sobretodo los que con determinación de acero me sacaron de lugares y personas que en ese momento limitaban mi crecimiento, mi independencia y libertad hasta para pensar.
Sin duda una de esas personas era yo, disminuida, desvalorizada, muerta de miedo por el que dirán, por sentirme señalada, por ser «según la religión que me impusieron» un demonio pecador y todo eso debido al control, a la manipulación y a la complacencia de las personas que piensan y actúan de manera «socialmente correcta», con reglas culturales arcaicas y completamente deshumanizadas y envueltas en doble moral, «jueces» les dicen.
Desde pequeña robó mi atención, los juegos de «niños» canicas, fútbol, trepar árboles, jugar a las luchitas, lo de las «niñas» como la comidita, el maquillaje y las muñecas nunca fueron mi fuerte, es más me parecía aburrido.
En mi casa nunca hubo tutorial para cocinar, jamás escuché un «aprende, para que cuando te cases complazcas a tu marido», en vez de eso todos los sábados mi papá nos llevaba a sus partidos de fútbol y mientras el peloteaba nosotras buscábamos «chochos», víboras y mayates entre la hierva, cosa que me encantaba y que aún atesoro en mi mente y corazón como maravillosos y memorables momentos dorados.
Pero volviendo a la terapia, la pregunta de mi querido Toño fue: ¿En qué momento te empezaste a preguntar porque las cosas con las mujeres y niñas eran así y no de otra forma?
La respuesta es: desde que me acuerdo, nunca fui la niña «normal» siempre quise demostrar que yo también podía hacer lo mismo que ellos, y ser tan buena como ellos, tener las mismas libertades, los mismos privilegios que ellos.
Y al enfrentarme a la dura realidad he tenido que ir a la guerra, aveces he ganado, otras he perdido, en muchas ocasiones me he sacrificado y en otras me he retirado.
Pero de una cosa estoy segura, he aprendido y agradezco lo bueno y no tan bueno, porque de cada paso que he dado, de cada desición que he tomado, me he construido y después deconstruido. Resiliencia le llaman.
Siempre me he preguntado porqué a las mujeres se nos ha impuesto un rol específico, como un perfil o descripción de puesto, sobretodo para ser una buena esposa y madre.
Porqué, porqué, porqué?? Siempre hay que preguntarse por qué y hacer de nuestra vida la mejor historia, no para las y los demás, sino para une misme.
Sinceramente Belén