Recuerdo que durante mucho tiempo amé que me dijeran princesa, incluso tuve un novio que me decía princesa de la forma más cariñosa y honesta que he escuchado a alguien decirlo. Mi gusto por este sobrenombre no dependía de la edad, a mis treinta y tantos aún me gustaba que una de mis tías me llamara princesa cada que me saludaba.
Pero de repente un día, como parte de una terapia femenina que estaba haciendo como resultado de una ruptura de pareja que me dejo devastada, me dije a mí misma:
¿Y por qué princesa? Las princesas son simplemente eso…princesas.
Una princesa es la hija de un rey y una reina, pero son ellos quienes poseen el reino y la capacidad de dirigirlo; ella vendría a ser un súbdito más de la corona, con algunos privilegios pero al final un súbdito más. Cuando la princesa en cuestión nace siendo la primogénita, en algunos casos, ella no tendrá derecho ha heredar el reino por el simple hecho de ser mujer. En otros, dependerá de un buen matrimonio para acceder a reinar las tierras de sus ancestros y, en muy contadas ocasiones, cuando las personas que la rodean no son estrechas de mente, podrá acceder a ser soberana del reino que herede sin necesidad de tener cónyuge.
También puede ser princesa, la que poseyendo o sin poseer el título de nacimiento, se casa con un príncipe. En este caso son los suegros quienes poseen el reino, ellos son los soberanos. En el mejor de los casos, el príncipe con quien contrajo nupcias es el heredero y en algún momento ella podrá ser reina, pero nunca será su reino porque ese pertenecerá a su esposo, el rey, y en caso de su muerte a los hijos que con él conciba.
Una princesa debe ser lo que la corona espera de ella, sin importar sus gustos y convicciones. Una princesa debe ser el reflejo viviente de la perfección del reino, ejemplo a seguir. Así, mientas en algún reino la princesa debe ser moderada, recatada y compasiva, en otro debe ser inteligente, astuta y bella. Como quiera que sea, la vida de una princesa no es de ella ya que es un recurso más de la corona, de los soberanos que dirigen el reino.
Reflexionando todo lo anterior ¿por qué querría yo ser una princesa?
Por qué, si puedo ser una reina soberana
Por qué, si puedo ser una amazona
Por qué, si puedo ser una sacerdotisa
Por qué, si puedo ser una bruja
Por qué, si puedo ser una diosa
Todas y cada una de ellas libres e independientes, todas ellas con habilidades, aptitudes, dones, capacidades y destrezas que las hacen únicas, que les dan la posibilidad de contribuir al mundo desde su propia genuinidad. Ellas que tienen el poder de ser ellas mismas y aportar desde su propia luz pero también desde su sombra, ellas que no tienen que pedir permiso para ser lo que son.
Por qué, si puedo ser YO MISMA reinventándome (y conociéndome) una y otra vez.
Por: Nelumbo Nucifera