LA TERCERA
Por Lisette Ávila O. / Ilustración: Sofía Valenzuela
La otra noche, leyéndole a mi hijo de seis años el libro ‘Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes’, quise saber qué pensaba de las mujeres. Y se lo pregunté. Él, con su ternura infinita, me contestó que ‘las mujeres éramos fuertes, cariñosas, trabajadoras y que dábamos tetita’. Creo que en una frase resumió a la perfección nuestra esencia y me alegré de que así fuera.
Cómo criar a un hombre en tiempos de empoderamiento femenino es un tema que me he cuestionado desde que nació. Sé que -como muchas mujeres- arrastro algunos resabios de esa enseñanza-binomio de lo que era ser niño y niña. Una reflexión que me hizo recordar las veces que en mi infancia fui tratada de ‘marimacho’ por preferir los autos y las pistolas, en vez de las tacitas y otros juegos establecidos por la sociedad como femeninos.
Ciertamente, el camino hacia la paridad de género es una tarea que debemos comenzar desde casa y eso implica no solo romper con el modelo patriarcal, sino también enseñarles a nuestros pequeños hombres a validar y valorar a las mujeres en la historia y resignificar su nuevo rol en la sociedad.
En su libro ‘Nuevos Hombres’, el escritor Ritxar Bacete señala que la gran crisis del siglo XXI es el dilema de la masculinidad como la hemos conocido hasta ahora. «Lo queramos o no, seamos conscientes o no, nos guste más o menos, los hombres estamos en crisis y la masculinidad, también. Hace tiempo que se rompió el tablero del juego y nos toca reconstruirlo. Es evidente, por lo tanto, que la crisis de la masculinidad ha sido consecuencia directa de los cambios producidos y liderados por las mujeres, que han logrado poner delante de nuestros ojos el espejo de la historia: ¿Quién soy yo en este nuevo mundo? ¿Qué es ser hombre hoy? ¿Qué se espera de mí? ¿Soy un hombre justo? ¿Puedo cambiar? ¿Debo cambiar? ¿Cómo me relaciono con otros hombres? ¿Y con las mujeres? ¿Soy un buen padre? ¿Establezco relaciones igualitarias con las mujeres de mi entorno?», son algunas de las preguntas que se hace el autor en su publicación.
Sobre la construcción de una nueva masculinidad, la sicóloga Cecilia Bascuñán señala que esta debe ampliarse e integrar nuevas facetas como la emocionalidad y la necesidad de ayuda. «Hombres capaces de verbalizar el cariño, validar el contacto físico, compartir los miedos, los orgullos, las alegrías y frustraciones. Una masculinidad que acepte las diferencias entre ambos sexos y defienda la igualdad de derechos y oportunidades. Esto abre espacio para relaciones más igualitarias, democráticas y nutritivas», explica la experta.
Cómo guiarlos
Cuando mi hijo vio por primera vez a un grupo de mujeres cantando ‘Y la culpa no era mía…’ frente a un retén de Carabineros, me preguntó: ‘por qué están tan enojadas esas mujeres’. Aunque sabía la respuesta, no supe aterrizarlo al ‘idioma niño’, y me sentí tan mal que comencé a buscar en internet cómo explicarle a los más pequeños sobre el movimiento feminista y la crisis social de nuestro país.
Criar a los hombres en medio del empoderamiento femenino implica un gran desafío, porque es la semilla de un nuevo mundo. Sobre cómo hacerlo, la sicóloga María José Portales explica que hay que guiarlos en igualdad, respeto y comprensión. «Hay que decirles que tanto ellos como ellas tienen los mismos derechos, deberes y beneficios, y que merecen ser tratados con el mismo respeto. Es preciso mostrarles desde pequeños que la mujer está en un periodo de necesario empoderamiento y el porqué de esa demanda social. Para esto, se puede conversar sobre la mujer en la historia y cómo lamentablemente en ciertos ámbitos ha quedado relegada», dice. Es importante que el niño comprenda que es una reacción ante la injusticia actual, pero que esto debiera cesar porque algún día no hará falta que la mujer tenga que protestar por alcanzar igualdad de derechos.
¿Qué paradigmas tenemos que derribar los padres al educar a un hombre?
Para criar en igualdad y respeto es necesario desmontar etiquetas sexistas que atribuyan roles rígidos a niñas y niños. Los roles que los niños puedan tomar no modifican su biología ni su género. En la distribución de las tareas del hogar, no pasa nada si el niño quiere pasar el plumero y su hermana ayudar a lavar el auto. Es recomendable que los roles en el hogar sean adquiridos según capacidad física y de acuerdo a características y preferencias personales. Lo mismo ocurre con los juegos, los juguetes, las películas y los libros. Niños y niñas deben poder jugar con libertad y explorar sin prejuicios.
¿Qué frases clásicas debemos erradicar de su enseñanza?
Todo lo que los limite a una imagen que finalmente terminará coartándolos, como «Los hombres no lloran», «¡Pégale como hombre!», «Esos juegos son de niñitas», «Mujer tenía que ser», «Calladita más bonita», «Mujer al volante, peligro constante», «Las mujeres limpian mejor», «El rosado es de niñas».
¿Qué cambios tenemos que hacer en lo cotidiano los padres, considerando que los hijos aprenden día a día de nosotros?
Otorgar roles de acuerdo a su capacidad física y, en lo posible, según preferencias personales. Si el niño está más preparado y prefiere una tarea con etiqueta de ‘actividad femenina’, otorgársela; lo mismo ocurre en el caso de la niña. Que las tareas y responsabilidades dentro del hogar vayan cambiando de manos cada cierto tiempo, evitando así la rigidez y promoviendo la idea de que todos podemos hacer todo. Es importante además generar espacios para que los hijos puedan expresar sus emociones. Y apoyarlos en el reconocimiento, validación y gestión de sus emociones. Esto, por su puesto, tanto en niñas, como en niños. Aquí radica la importancia de educar a través del ejemplo. No sirve de nada promover la igualdad de género, si en el día a día no nos esforzamos por transmitirlo con nuestras actitudes y otras formas de expresión.
¿Cómo enseñarles a los hombres a hacerse cargo de sí mismos, cuidar de otros y ser empáticos?
A nivel físico, mostrarles que no deben demostrar nada a nadie, que como ellos son está bien. En ocasiones los niños se ponen en riesgo intentando reafirmar su ‘hombría’. Hay que explicarles que eso no es necesario y como adultos no instarlos a que tengan que realizar estas muestras absurdas. A nivel emocional, enseñarles a contactarse con sus emociones para que así puedan gestionarlas correctamente. Si el niño ha aprendido a cuidar de sí, podrá cuidar a otros.
¿Cómo reforzar estos mensajes?
Por ejemplo, facilitar cuentos en donde se traten valores como la igualdad y el respeto. Hay libros en donde los protagonistas son niños que no tienen miedo de expresar sus emociones y tratar a niñas como iguales; y en donde también se ven niñas o mujeres valientes, autónomas, aventureras, curiosas, inteligentes y amigas de sus amigos. También hay que alentarlos a tener más amigas; y ante comentarios sexistas, darse un tiempo para reflexionar con ellos. En estos contenidos también es importante la música, la televisión, las películas y las series. La formación de una actitud crítica desde la infancia es clave en la educación en igualdad.
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