“Cada cual comprende que vivir en el presente no es renunciar a toda relación con lo que fue. Sabiduría no es amnesia. Además ¿quién podría vivir sin memoria? ¿Qué sabríamos de nosotros mismos si no recordáramos lo vivido?”
“Se trata de pensar mejor para vivir mejor”
“La libertad de elegir es un valor más elevado que la vida”
André Comte-Sponville
Para A. E.
El encierro ha puesto a la libertad y a la memoria de moda, si queremos verlo así. La vida se movió y las circunstancias cambiaron en días, en unas cuantas semanas algunas de las certezas en las que se basaba la vida con un cierto grado de confort desaparecieron y esto ha dado la pauta a que emerjan nuevas posibilidades para pensar, al menos inicialmente, y preguntarnos qué tipo de mundo y qué tipo de sociedad queremos, pero a su vez, nos lleva a la reflexión sobre qué personas somos y se abre la puerta para indagar qué tipo de personas deseamos ser.
La apuesta por la modernidad hizo que se pensara en la ciencia y la tecnología como el antídoto para todos los males que pudieran venir, incluidos meteoritos, bombas nucleares y hasta extraterrestres. Hacernos sentir a salvo en tanto el capitalismo usufructuará de los beneficios de la ciencia y la tecnología, y se acrecentaran las ganancias para unas cuantas personas y empresas fue moralmente aceptado desde la estructura social y la fuerza del poder económico.
La pandemia del Covid-19 demostró la vulnerabilidad de la especie humana, la fragilidad de la economía y las incompetencias de quienes gobiernan el mundo. Hizo visibles, una vez más, las profundas desigualdades sociales que existe en la sociedad y que las acciones de los gobiernos afectarán a los más pobres, para que la exclusión social siguiera siendo el patrón dominante con el cual se forman los ejércitos de reserva de la mano de obra barata, aunque hoy la calificación de esa mano de obra quedará suspendida por un tiempo, ya que se incrementara la demanda laboral y con la baja oferta de empleo se produce la reducción de los salarios, que si ya eran bajos ahora lo serán más. En el mercado opera la ley de oferta y demanda se castiga a los más vulnerables y la posibilidad de movilidad social se estanca nuevamente.
La educación ha sido la estrategia y la ilusión que se vende por la cual se puede ascender socialmente. Si bien los estudios comparados sobre el acceso a la educación y la movilidad social muestran que esta se da y es una vía de mejora de las condiciones de vida, pero, es para muy pocas personas. Por ahora, la estrategia seguida de cerrar escuelas y universidades crea un escenario por demás crítico: “A nivel global, suman 1370 millones los alumnos que han debido interrumpir sus clases, casi el 80% de la población estudiantil,[…] En América Latina, la cifra se estima en más de 156 millones, más del 95% de los alumnos, lo que “incluye a los estudiantes universitarios y de educación técnica, educación profesional, o sea, todos los niveles formales de educación”, según la UNESCO. Las estrategias para atender el llamando “regreso a clases” muestran que quienes gobiernan no conocen la realidad en la que viven las familias y las apuestas por la educación a distancia, virtual y en línea para atender el problema son insuficientes y en todo caso son demagógicas. ¿Por qué no ofrecer internet gratuito a toda la población? ¿Por qué no hacer un regreso planeado a las escuelas? ¿Por qué abrir antros y gimnasios y no se abren las escuelas para apoyar a las madres que trabajan?
La contingencia sigue cargada de incertidumbre. La economía esta una vez más en crisis, si es que no lo ha dejado de estar en algún momento desde 1976. Sería bueno recuperar la memoria nacional y la historia de un país que ha sido saqueado de todas las formas posibles. La memoria nos vendría bien en estos tiempos para dimensionar la realidad y con ello poder actuar desde y para la libertad. La pandemia además a puesto a la política como tema de interés, al menos empieza a ser algo que preocupe o bien, reconocer que al menos tienen algo de éxito las estrategias mediáticas de quienes buscan capitalizar los vaivenes de la lucha por el poder. La polarización sigue.
En el plano de la vida cotidiana, la memoria y la libertad se han puesto a prueba. El encierro ha hecho que el tiempo se colapse. El registro que vamos teniendo sobre los meses, los días e incluso las horas y las fronteras hace que se reduzcan al antes y al después del inicio de la pandemia. El estar en casa ha dado tiempo para pensar, para evocar, para recordar, para imaginar. La trayectoria de vida se siente y ha dado la opción de acordarse de lo vivido y de sentir lo que se está viviendo -aquí y ahora-con una hipersensibilidad personal que ha hecho que se generen situaciones nuevas, de acercamiento y comunicación, pero también de tensiones y conflictos.
La libertad se pone a prueba día a día, así como la personalidad de cada quien y con ello la capacidad para moldear las emociones y expresar los sentimientos de manera adecuada y oportuna. Las decisiones pasan por los procesos de pensamiento lógico o sólo se quedan como respuestas emocionales irracionales e instintivas.
Reflexionar sobre quienes somos es la agenda social y personal que necesitamos instalar para hacer que la vida gane y que la esperanza renazca fortalecida. La libertad y la memoria son parte del principio de realidad que nos debe ayudar a salir de manera diferente y mejor como sociedad y como personas de esta crisis sanitaria. Eduardo Galeano escribió en una síntesis por demás clara de lo que es la memoria y la libertad como acción de vida que vale la pena memorizar: “Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.”
Miguel Hernández, poeta español, escribió el poema “Para la libertad” que después musicalizó y cantó Joan Manuel Serrat, palabras que pueden sentirse en la piel y en el alma y vienen bien en estos tiempos por demás difíciles.
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.Para la libertad, siento más corazones
que arenas en mi pecho dan espuma a mis venas;
y entro en los hospitales, y entro en los algodones,
como en las azucenas.Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada,
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.Retoñaran aladas de savia sin otoño,
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida;
porque soy como el árbol talado que retoño:
aún tengo la vidaPor: Arturo Mora Alva