«No puede ser posible que estemos aquí para no poder ser».
Julio Cortázar
“En el tercer planeta del sol la conciencia limpia y tranquila es síntoma primordial de animalidad“,
Wisława Szymborska
Aprender a vivir, para vivir poco tiempo. La condición humana y su temporalidad no hacen más que confirmar lo efímero que es la propia existencia y ahí cabe todo, en lo breve. Alexandre Dumas lo condensó así: “Todo cabe en lo breve. Pequeño es el niño y encierra al hombre; estrecho es el cerebro y cobija el pensamiento; no es el ojo más que un punto y abarca leguas.»
Ahora, en el poco tiempo en el que tenemos conciencia de la fragilidad humana ante un virus letal, no más letal que otros, pero sí enigmático y sorpresivo, el tiempo toma otro significado y su trascurrir adquiere nuevo sentido ante lo breve que duran los momentos que nos hacen asombrarnos y hasta sentir aún la felicidad: el ver, percibir y sentir una alborada, un cielo estrellado, un crepúsculo, un océano, una luna llena, una sonrisa, un campo lleno de flores, un abrazo franco, un bosque húmedo, un beso, una cascada, sentir a un recién nacido en los brazos o simplemente dejar que la lluvia moje la piel. La vida nos permite coleccionar instantes, fugaces y pasajeros, que logran en lo breve instalarse en la memoria.
La prisa de la vida y la idea de ser productivos a cualquier costo nos distraen de lo breve, perdemos el sentido del momento, de las posibilidades que la vida nos muestra en los detalles que la van delineando. El aroma del café recién hecho, el perfume de las flores, el canto de las aves que todavía habitan en las ciudades, el cielo con sus colores azules y sus nubes caprichosas, los árboles y sus ramas meciéndose ante la mínima provocación del viento, una canción que cruza el aire, así como, los rostros de hombres y mujeres con lo que nos rodeamos y con los que nos encontramos rumbo al trabajo, camino a la escuela, en las calles. Detalles y experiencias de vida que perdemos de vista, que los dejamos pasar sin más y que van alejándonos de la vida y de los otros y crean la ficción de que ya habrá tiempo para eso que por ahora no es importante.
Wisława Szymborska, quien fue una poeta, ensayista y traductora polaca, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1996, escribió: “Así, por obra del azar, soy y miro. Una mariposa blanca aletea en el aire con alas que sólo a ella pertenecen, y una sombra sobrevuela mi mano, la suya, no otra, no de cualquiera. Ante hechos semejantes me abandona la certeza de que lo importante es más importante que lo que no importa“.
En lo breve, en un instante, se puede sentir la vida, aún en la sombra de una mariposa sobre una mano se convierte en una experiencia que recrea lo humano y da paso a la emoción y de ahí a los sentimientos. Tomar conciencia de lo breve y de quienes somos, de lo que esperamos de nosotros mismos y de lo que es la vida de hombres y mujeres, libres, y con ello dar el testimonio de inteligencia y sensibilidad humana al sentir lo breve de la vida, sería parte de un ideal de lo que es vivir de manera plena.
Hoy todo se reduce a metas de corto plazo. Los proyectos de vida se fragmentan, las relaciones, los afectos, aún los sueños tienen caducidad. Los ideales no resisten el paso del tiempo. El mercado hizo del tiempo una mercancía. El tiempo es dinero, el ocio es pérdida de tiempo. Lo que dura es obsoleto. Lo breve que sería un atributo de lo humano se tergiversa en aras del consumo. Lo rápido, lo inmediato, lo instantáneo se instala como modelo de vida, como sistema de producción: la comida rápida, los productos milagro, el máximo rendimiento, estar en el mundo en tiempo real con coberturas de los sucesos minuto a minuto. El tiempo se vende. Los productos tienen una obsolescencia programada, duran el tiempo que fabricante decide. La moda se instaló como el nuevo mandato autoritario en el tiempo, su corta duración es el canon del consumo. Venta de autos modelo 2021 que se comercializan a principios del 2020, marketing que condensa el calendario y abrevia el futuro. El servicio al cliente se cronometra, entre más rápido mejor. Lo breve es mercancía.
Enseguida es el imperativo vigente, no se puede esperar, todo tiene que ser rápido, entre más breve mejor: “Aprendizaje acelerado”, “Lectura veloz”, “Terapias breves”, “Cursos intensivos”, “Experiencia extremas”, “Deportes extremos”, “Records de velocidad”. Zygmunt Buaman denunció que ahora hasta masticar una manzana, pelar una naranja o servir una cerveza en un tarro frío es perder el tiempo. Todo es enseguida. Dedicar tiempo a lo importante hoy es contra cultural. Dar valor a lo breve, para sentir y pensar la vida en el sentido existencial también lo es. Lo breve es paradójico en estos tiempos que nos ha tocado vivir.
Sin embargo: “No existe vida que, aun por un instante, no sea inmortal. La muerte siempre llega con ese instante de retraso. En vano golpea con la aldaba en la puerta invisible. Lo ya vivido no se lo puede llevar” y más cuando “La vida dura unos cuantos rasguños en la arena” como lo escribió la misma Wisława Szymborska. Lo breve toma significado y sentido sólo si nos pensamos junto con otros y en la medida de que podamos apreciar y dar valor a la vida desde las personas que amamos. Por lo pronto habrá que ir dándonos la libertad de coleccionar, reunir, atesorar y percibir, “eso”, que por breve se convierte en eterno, que por fugaz se hace memorable, que por inesperado ya es inmortal.
Por: Arturo Mora Alva