Estaba muy emocionada por el nuevo trabajo, pues me sentía muy contenta porque iba a tener un buen suelo y buenas prestaciones, con ese dinero por fin empezaría a estudiar la maestría y juntar puntos para comprar mi casa, mi jefe se había portado muy amable desde el principio, pero todo empezó a cambiar cuando en una junta me agarro la pierna y me empezó acariciar, no lo podía creer, ¿de verdad estaba pasando? Pensé que debía decirle algo, pero no me fue posible en ese momento.
Después, frente a un proveedor en la oficina me invitó unas cervezas porque me decía que me veía estresada y que necesitaba un relax, por supuesto no acepté, pero un día me dijo que tenía que acompañarlo a cobrar un dinero, se desvió del camino y me llevó a una casa sola, me dijo que quería que la viera porque la pensaba comprar y deseaba darle una sorpresa a su esposa, cuando entre solo recuerdo que empecé a ubicar todas las salidas para correr si me hacía algo, me empezó a tocar los hombros y a enseñar el jardín cuando una llamada al celular me salvo, él tuvo que contestar y yo salí de ahí, al siguiente día lo enfrente y me dijo que no se acordaba de nada, le entregué mi renuncia, mis sueños ahí no se cumplirían.