“Sólo hay una manera de evitar la crítica: no hacer nada, no decir nada y no ser nada” Aristóteles
“He aprendido a no intentar convencer a nadie. El trabajo de convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro»
José Saramago
Hace una semana a propósito de la columna “Percepción y Política” tuve una conversación con una gran amiga que me cuestionó, “Está bien lo que se dice en el texto, pero, ¿Qué propones hacer?”.
En la columna a la que hago de referencia escribí:
“Más que nunca necesitamos recuperar la memoria, la memoria histórica y política, la memoria reciente, de una democracia joven e imperfecta, sobre todo si le damos valor a la urgente y apremiante necesidad de hacer que la política y los asuntos públicos sean de interés real de toda la ciudadanía.
Necesitamos por tanto impulsar el desarrollo de un pensamiento crítico y libre para poner a toda la oferta política a revisión y ver si podemos hacer la tarea colectiva de cambiar todo lo que sea necesario para poder vivir bajo el cobijo real de la Constitución y la de poder hacer visibles, justiciables, exigibles y vigentes los Derechos Humanos como mexicanos que somos. Pasar de la percepción y de la mera opinión personal a la acción, individual y colectiva es la verdadera tarea para lograr el cambio social y el mejor país posible, al hacernos cargo de la responsabilidad que implica”.
Si bien es una propuesta muy amplia y en un sentido muy “romántica” políticamente hablando, pienso que podemos derivar algunas ideas que pueden ayudar a poner en acción algo de esto, si nos vamos dando una oportunidad. Tarea nada sencilla, si pensamos que el sistema de partidos y de la democracia representativa que tenemos, tiene el deber de crear una cultura política y ciudadana acorde a las necesidades y condiciones del país, ya que hay un saldo muy grande al respecto y no ha hecho gran cosa al respecto.
Se trata de pensar que la política no se reduce a ir a votar cada vez que hay elecciones, esto va más allá, y reclama una participación social y personal para hacer que la política y la esfera de lo público sea algo que nos importe y nos involucremos en lo que implica el ser un “zoon politikón” concepto creado por Aristóteles, expresión que en su significado literal es “animal político” o “animal cívico” hace referencia a la capacidad del ser humano para crear sociedades y organizar la vida en la ciudades en la “polis”. Aristóteles escribió:
“El hombre es, por otra parte, el único que tiene un lenguaje inteligible. El sonido sirve para indicar el dolor y el placer; y eso es común a todos los animales, porque por naturaleza así se trasmite la sensación de dolor y placer. Ahora bien, el lenguaje inteligible sirve además para manifestar el propio interés, así como lo dañino, o lo justo y lo injusto, siendo esto exclusivo del hombre que, así, se diferencia de los demás animales al tener, por ello, el sentido del bien y del mal, el de lo justo y de lo injusto y todo lo demás que le es propio”.
Ahora bien, siguiendo esta idea aristotélica, lo que podemos asumir, es la tarea social y personal en lo político de establecer una comunicación y por tanto del diálogo con las personas que están a nuestro rededor. Una primera apuesta es la de propiciar todos los espacios de interacción colectivos para conversar, para expresar desde la vida cotidiana las situaciones y las necesidades que tenemos y potenciar la capacidad y el atributo del lenguaje para con ello de la inteligencia poder crear consensos utilizando el propio interés.
Se pude establecer una agenda de temas y desde el dialogo encontrar las formulaciones de las demandas al Estado para que puedan ser atendidas. Los temas y su prioridad emergerán del propio diálogo.
En ello, va también está la necesidad de desarrollar un pensamiento crítico que es la posibilidad de verse a sí mismo en el contexto de realidad y poder desarrollar la capacidad de identificar, analizar, evaluar, clasificar e interpretar lo que está a nuestro alrededor, incluidos a nosotros mismos. Capacidad que se puede potenciar desde la escucha del “otro” y el reconocimiento del “otro”, de los “otros”, con la actitud de aceptar la diversidad humana y de reconocer que es necesaria la inclusión, más allá de la tolerancia en una sociedad por demás desigual, inequitativa y profundamente excluyente.
En particular, dada la pirámide de población que tenemos, se tiene que dar voz a las y los jóvenes, si consideramos que las acciones de la vida política nos afectan a todos, pero en especial ponen en riesgo la posibilidad de tener un futuro de una vida sana, digna y plena. Esto implicaría crear espacios de comunicación que creativamente usen las redes sociales y todos los espacios de convivencia que se puedan construir para hablar de política, de lo político y de la función de Estado. Hay mucho por hacer.
Se requiere impulsar un proceso muy amplio de Educación para la Ciudadanía, dentro de un marco de fomento de una Cultura para la Paz y de los Derechos Humanos. Una tarea sería incorporar en toda discusión y diálogo sobre el tema del desarrollo social, económico, cultural y ambiental la transversalidad de los Derechos Humanos. Se requiere pensar en acciones concretas en materia educativa para lograr la compresión y el reconocimiento de la educación como medio fundamental que reclama calidad y pertinencia en los contenidos para crear una base social centrada en la ciudadanía activa con las responsabilidades que conlleva.
Será necesario fincar responsabilidades claras a los partidos políticos para impulsar al menos en militantes y seguidores estrategias de educación política, no sólo de doctrina partidista, sino de los derechos políticos y obligaciones que tenemos. Se requiere mucha disposición para incorporar toda la diversidad que hay en toda la población y con una lógica de respeto, exigibilidad y justiciabilidad de derechos, crear programas de formación política, junto con la creación de espacios para la participación real, empezando por aceptar y actuar por la vigencia de la paridad entre hombres y mujeres en la competencia por los cargos públicos, pero también de las minorías que han sido excluidas de sus derechos.
Podemos iniciar con ejercicios de análisis de las campañas políticas en estos tiempos electorales, en todos los espacios de interacción y convivencia, nada fácil. Hemos crecido en una sociedad que desprecia la política y que ha visto los abusos de poder de quienes nos gobiernan y de quienes deberían trabajar para la sociedad desde la función pública. El descredito y la desconfianza que hay en las instituciones del estado, así como de las y los legisladores, y qué decir de los partidos políticos hacen que sea muy complicado poner cabeza fría para revisar lo que proponen y poder tener una opinión fundamentada para hacer un voto razonado y libre. Pero se tiene que empezar ya.
El tema de la política y el ¿qué hacer? Es parte de la historia de la civilización, habrá que recuperar lo que ya Aristóteles (384 a.C. a 322 a. C.) deseaba:
“[…] rescatar la tríada armónica, equilibrada e inescindible que formaban: polis (πόλις), polites (πολίτης) y politeia (πολιτεία), es decir, ciudad, ciudadano y constitución política que determinaban la vida del hombre en su dimensión humana, social y política”. (Rus y Arenas-Dolts: 2013)
La respuesta a ¿Qué hacer en política? la tendremos que contestar pronto. Le agradezco a Adriana Alcaraz sus comentarios, su interlocución y su invitación a pensar más allá de lo que se escribe.
Rus Rufino Salvador, Arenas-Dolz Francisco (2013) ¿Qué sentido se atribuyó al zoon politikon (ζῷον πολιτικόν) de Aristóteles? Los comentarios medievales y modernos a la Política. Foro Interno 2013, 13, 91-118 ISSN: 1578-4576 http://dx.doi.org/10.5209/rev_FoIn.2013.v13.43086 en: https://revistas.ucm.es/index.php/FOIN/article/view/43086/40871
Por: Arturo Mora Alba