“Se necesita coraje para crecer y convertirse en quien realmente eres”.
E. Cummings
Junto con las niñas y los niños, las y los adolescentes están viviendo una de las situaciones más críticas y difíciles de vida en el contexto de la pandemia. El Covid-19 ha movilizado nuestras certezas y nuestra realidad se ha configurado de otras maneras y si asumimos el componente subjetivo de la realidad humana, tomando en cuenta las perspectivas, necesidades y demandas de las y los adolescentes estaremos de acuerdo que no es y no ha sido nada fácil transitar estos meses del 2020 desde la mirada y realidad de ellos y ellas.
El pasado 27 de noviembre tuvimos la oportunidad la Mtra. Adriana Alcaraz, psicóloga y psicoanalista y yo, de participar en un Conversatorio bajo el título “Gestión y Manejo de Emociones” * invitados por el “Programa Soy Prevención del DIF Salamanca en Guanajuato” que es coordinado por el psicólogo Omar Rico. Las preguntas formuladas, dieron paso a la reflexión y análisis en especial sobre el tema con relación a la adolescencia, como etapa de vida y como construcción social y humana que es. La experiencia de participar en este conversatorio me dio pauta para retomar algunas de las ideas y conocimientos que la Mtra. Alcaraz desarrolló y con ello tejer una reflexión sobre la importancia de ver, esto es, de hacer visibles a las y los adolescentes y lo que están pasando en estos tiempos del Covid-19.
En México hay 37,504,392 jóvenes de 12 a 29 años de edad y representan el 31.4% de la población total de México. La distribución entre hombres y mujeres jóvenes es muy similar, 49.4% en hombres y 50.6% en mujeres. En cuanto a su estructura por edad, 35.1% son adolescentes de 15 a 19 años.
La adolescencia se ha estudiado como etapa de desarrollo biopsicosocial y se va describiendo como parte de un proceso amplio y que ahora podemos analizar e ir definiendo como parte de los cambios que se suceden en las personas. Así, podemos hablar de la preadolescencia, de la adolescencia y de la adolescencia tardía. En cada una de estás etapas hay rasgos de comportamiento, que van configurando en proceso no lineal, ni predeterminado la formación del carácter y la personalidad de cada persona, en donde la ambivalencia es un rasgo singular y propio de la etapa de desarrollo, y que dentro de los contextos socioculturales en donde viven las y los adolescentes tomará formas, matices, -expresiones particulares y únicas-, lo que nos lleva a hablar de las adolescencias.
Es importante desmontar, deconstruir una serie de prejuicios y de estereotipos que lo que hacen es quitarles voz a los y las adolescentes, a la vez de que se minimizan sus necesidades. Todos los adultos hemos pasado por esa etapa y sin embargo muchas de las veces no le damos la importancia a ésta y negamos los derechos y las demandas que las y los adolescentes tienen.
La pandemia y la estrategia de contención de la misma, ha llevado a las y los adolescentes a no estar en la escuela. Ya sea los que estaban en el último año de la primaria, los que están en la secundaria y los que ya estaban en la preparatoria, ahora están contenidos en sus casas. Mujeres y hombres que de pronto se les confinó y dejaron de interactuar, de socializar, de poder estar fuera de sus casas, de poder conversar, de estudiar, de jugar, de interactuar social, emocional y afectivamente con sus pares, con amigos y amigas. Si bien las redes sociales y las plataformas han sido una válvula de escape para estar en “contacto” entre ellos, lo que es cierto, es que se están presentando situaciones y conflictos en campo de los estados de ánimo y de emociones, junto con las formas de relación e interacción entre ellos con el entorno familiar, padres, madres, hermanos y con todos los que tienen que interactuar y en donde los conflictos están presentes, junto con los cambios propios que se experimentan en esta etapa del desarrollo humano y que se expresan en muchos de los casos “sin filtro”, como se dice, mostrado la falta de toda una cultura para el cuidado de la salud mental y de un trabajo socioeducativo de manera general, para el reconocimiento, manejo y gestión de las emociones de forma adecuada y pertinente, esto, en todas las etapas del desarrollo de las personas, pero muy especialmente de los y las adolescentes.
El confinamiento ha venido a poner una lupa sobre todo lo que nos falta en el campo emocional, afectivo y de la salud mental, pero también ha puesto de forma visible la realidad de millones de adolescentes, en donde las oportunidades por ejemplo para “seguir en clases”, muestran las brechas de ingresos, las desigualdades sociales y las de acceso a la tecnología. Las y los adolescentes están atrapados en la transición biopsicosocial y en la realidad que viven, y que ahora toma matices también inéditos para los adultos que tienen la tarea de su cuidado, su protección y bienestar en el contexto de la pandemia.
La adolescencia es el momento para desarrollar los sentimientos de amistad y generosidad, de desarrollar la comprensión de la naturaleza humana y del carácter y es parte de un proceso personal en el empezamos a madurar, pero también empezamos a tomar decisiones y vamos desarrollando ciertos pensamientos que ningún niño posee, en dónde la singularidad en todos los sentidos da paso a la diversidad, a lo nuevo y la exploración de las emociones y su tránsito a hacia el reconocimiento de los sentimientos, dimensión subjetiva fundamental en la constitución del sujeto psíquico, en donde se resuelven en parte muchos de los conflictos personales y que nos llevan a ser las personas que iremos siendo en la vida.
La pandemia ha instalado también temor e incertidumbre en las y los adolescentes. Las preguntas son muchas: ¿Cuándo podrán regresar a clase? ¿Cuándo podrán ver a sus amigos y amigas? ¿Cuándo podrán abrazar a la novia o al novio? ¿Qué va a pasar con la economía de sus familias? ¿Cómo van a recuperar sus estudios? ¿Qué les espera en el mundo laboral? Junto con las y los jóvenes ¿Qué oportunidades reales tienen para alcanzar una profesión o para tener un trabajo digno y estable? ¿Es posible que el mundo adulto entienda y comprenda a las y los adolescentes? y así muchas preguntas más.
Dentro de las cosas que en este conversatorio apareció como una convergencia, como una profunda convicción y una urgente necesidad, para atender el tema emocional de las y los adolescentes, tanto por lo dicho por la Mtra. Adriana Alcaraz y por un servidor, es el tema de la escucha empática. Necesitamos escuchar a las y los adolescentes, necesitamos escuchar lo que piensan, lo que sienten, lo que necesitan, lo que esperan de nosotros los adultos, ellos y ellas, necesitan hacerse escuchar, necesitan explorar el mundo de las emociones y de los sentimientos que la realidad les genera. Partir idealmente del diálogo y la comunicación para poder brindarnos la oportunidad de entender, de acompañar y de crecer con todas las adolescencias como sociedad y como personas.
Las adolescencias son unos momentos de deconstrucción y construcción de la realidad humana. Es un periodo en el que el pasado, presente y futuro están unidos y no siguen una cronología única. El Covid-19 colapsó el tiempo y el espacio vital, la incertidumbre llegó, pero también es una real oportunidad para la esperanza, para que también las y los adolescente puedan salir de esta situación. Por lo pronto habrá que tener oído atento y escuchar todo lo que nos tienen que decir, deberemos hacerlo con mucho respeto porque son ante todo personas y porque más que nunca todos nos necesitamos.
*Nota: Este conversatorio lo pueden ver, si lo desean, en la página de Facebook del programa “soy prevención” del DIF Salamanca.
Por: Arturo Mora Alva