Regrese al trabajo y todo cambió, en pocos meses el mundo se volvió otro. Tenía muchos planes para este 2020 y ahora todo es incertidumbre.
Hace dos meses volví a la oficina, estuve encerrada 127 días, sin saber cómo se llevaba la vida en los espacios públicos, todas y todos hablaban de mantenerse confinados, encerrados, distanciados, aislados. Mientras otras y otros seguían su rutina completamente normal, lo único que había cambiado era portar de manera obligatoria su cubrebocas la mayor parte del tiempo.
Durante cuatro meses de encierro, no tuve miedo…
Sin embargo, empezó la histeria colectiva, en todos lados se escuchan contagios, muertes, separaciones, violencia doméstica, angustia, depresión, entonces el miedo de otros se volvió mío, me contagie.
Me he sentido abrumada, desbordada y con una terrible ansiedad por miedo a contagiarme y contagiar a mi familia. He hecho de todo, desde sobreproteger a mis padres como niños, limpiar y lavar mis manos hasta que me duelan de tanto alcohol, sanitizante, gel anti-bacterial y jabón, aislarme completamente, dejar de ver a mis hijos por meses y añorar su sola presencia, llorar y sentirme limitada por no saber cómo actuar con personas a mi alrededor que le restan importancia a mis cuidados como personas que tienen más miedo y piensan que soy laxa.
Lo cierto es que cada quien está viviendo este proceso cómo puede, con las herramientas que tiene y con la contención con la que cuenta.
En México la prevención no es un tema prioritario, la gran mayoría no cuenta con ahorros para enfrentar la situación actual, vivimos al día, no hay trabajo, y es por ello que el confinamiento se vuelve imposible para muchos.
Atentos a las noticias y a la pandemia del miedo colectivo, vivimos expuestos a presionar o ser presionados, a criticar o ser criticados, a ser las víctimas o ser los victimarios.
“Una situación de incertidumbre como la actual, con un bombardeo de noticias constante que nos hace cuestionarnos cosas nuevas todos los días —empezando por el riesgo que corre nuestra vida— promueve la angustia y la paranoia, lo que tiene un impacto muy negativo en nuestro bienestar individual y colectivo. La amenaza a la salud, economía y estabilidad para muchos ha derivado en ansiedad y depresión. Los problemas de sueño o alimentación están por doquier. Hay quienes han enfrentado muertes en este contexto y por lo tanto suman el duelo al miedo. Incluso aquellos que hasta ahora han disfrutado de la cuarentena y la han vivido como una oportunidad para pasar tiempo con su familia o para retomar viejos proyectos, eventualmente tendrán que lidiar con la pérdida que signifique volver a “la normalidad”. Pese a la urgencia de la cuestión y la impresión generalizada de que esta pandemia nos está afectando a todos anímicamente, en México no hay planes para lidiar con las consecuencias del covid-19 en la salud mental de la población”
-Carla Márquez Muñoz, Revista Nexos
https://discapacidades.nexos.com.mx/?p=1642
La propuesta es tener un equipo de contención, psicóloga, médico, de preferencia siquiatra, terapeuta o alguien de confianza para lograr conectar con nuestros pensamientos y reflexionar sobre nuestras emociones una y otra vez.
Si tu medicina es la familia, contacta y permanece cerca de tu familia, si tú medicina es el trabajo, ve con la mejor actitud al trabajo, si tú medicina es ir a nadar para poder relajarte y en consecuencia poder dormir, ve a nadar, si tú medicina es ver a tu mejor amiga y hablar horas por que el confinamiento ha aumentado la violencia en su hogar, ve y sean medicina la una para la otra, si puedes y quieres busca tú medicina con los que más quieres, da la mano y escucha, se parte de la solución y no del miedo, de la angustia y de la tristeza!!
Toma tus precauciones, no caigas en falsa confianza, come bien, llénate de pensamientos positivos, haz ejercicios de respiración, medita y agradece el hoy y el ahora.
Todas y todos tenemos batallas que luchar y lo mejor sería ganarlas, sin enfermar de locura.
Por: Belén Ortiz