Ya casi es de noche, y todavía no recibes la llamada que, desde la mañana esperabas. Estás muy segur@ que ya vio tu mensaje, e incluso, por ahí un «pajarito» te confirma esa información.
La mera verdad, no es justo que hayas pasado horas sentada o sentado, revisando el teléfono y la computadora o la bandeja de entrada, o el Twitter, para saber de esa persona. La neta, si no has recibido respuesta, es por la simple y llana razón, de que no le interesa hacerlo.
Puede ser un verdadero acto de heroísmo, el sujetar tu vida a la de otra, es decir, hacer tu itinerario diario o semanal o anual, casi casi, como consecuencia de otr@. Está cabrón, pero deja de ser heroico, se convierte en indigno, si por resultado, se reciben morusas casi todas las veces, a cambio de todo, tu TODO. Eso no se vale.
Desvivirte por alguien, puede ser reconocido como un verdadero acto de amor, y puede ser practicado por semanas, años o toda una vida, de verdad que sí. Sin embargo, ese amor cuando es ciego y opaca al amor propio, y esa falta de amor hacia ti mismo (a), no será reconocido en otro envase que no sea, el del arrepentimiento.
¿Te ha pasado, que das siempre el mejor consejo a quien te lo pide, y no eres capaz de dártelo a ti mismo, o ponerlo en práctica? -Pasa más frecuente de lo que parece.
Es tiempo de replantear, hacia dónde debes dirigir tu amor. No quiero caer en clichés de que, el amor propio es el único que debe importar, porque a todos nos gusta estar con alguien o con algunos, pero como primer paso, recobra el afecto hacia tu persona, pero debes estar complet@, con todas tus partes juntas, equilibrad@ y en emociones bien adheridas a tu persona.
Luego que te des ese equilibrio, date la oportunidad de reencontrarte y recuperar tiempo con otras personas, aquellas que tantas veces preguntaron por ti, y que por estar en otros asuntos, no pudiste compartir tiempo con ellas.
Camina, regresa a entrenar, al gimnasio y a echar bicicleta, visita los sitios, que la pandemia te permita por supuesto. Reencuéntrate con los lugares que frecuentabas y que te encantaban, antes de enfrascarte en otro espacio, que definitivamente y aunque duela, no era tuyo; a ratos, era prestado o compartido.
Recupera tiempo en tu persona, tú mism@, date una manita de gato, pero no hablo de tu persona por fuera, aunque será una grata consecuencia, hazlo de adentro hacia afuera. Luego ponte guap@ cada día, y siente el aire fresco en tu cara, deja que la lluvia te pegue de frente y recorre a manos libres los caminos que el «huarache apunte»; y así como hace meses lo hacías en compañía, pronto, pronto, alguien se sumará a la travesía. Permítetelo y vuelve a avivar la felicidad que tanto te caracteriza, ésa que todos notábamos.
Para finalizar, entiende que los motivos principales son los tuyos, no puedes hacerlos ajenos, pues no te puedes hacer tonto tú mismo. Éstos, los tienes al alcance de la mano, son importantes y son para ti. Vale la pena, también decirte que, cuando te vemos fuerte, complet@, firme y feliz, quienes te queremos brincamos de felicidad.
¿Estás list@ para soltar? – Felicidades, ya te habías tardado!
Por: Luis Lozano
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