Mujeres todas: 8 de marzo 2021

Arturo Mora Alva

“El movimiento feminista debe ser un movimiento de sobrevivientes. Un movimiento con un futuro”.

    Cherríe Moraga

“Dedíquense a personas, grupos o causas. Sumérjanse en el trabajo social, político, intelectual o artístico.  Deseen pasiones lo suficientemente intensas que les impidan cerrarse en ustedes mismos. Aprecien a los demás y vivan una vida activa de proyectos con significado».

 Simone de Beauvoir

Por: Adriana Alcaraz de la Rosa/ Arturo Mora Alva

Nota inicial

Este escrito es un ejercicio para compartir reflexiones y experiencias sobre uno de los acontecimientos más importantes en la historia de México. Hace un año, antes de la terrible situación en la que la pandemia puso de cabeza al mundo, y en especial a millones de mujeres, las que salieron a la calle a reclamar justicia y respeto a la vida y su dignidad como mujeres, el marco del Día Internacional de las Mujeres.

Este texto es de la Mtra. Adriana Alcaraz me compartió su mirada a propósito de su experiencia en la marcha del domingo 8 de marzo del 2020 y de lo que ha visto y vivido a partir de este 2020 año del Covid-19 y de reflexionar sobre la lucha de las mujeres que están dando todos los días, en todos los espacios, y que invita a retomar la experiencia personal de vida y la necesaria agenda inclusiva de derechos para todas las mujeres.

La marcha partió a las 4 de la tarde del Arco de la Calzada para llegar a la Plaza Principal, evento que fue exclusivo para mujeres, niñas y niños menores de 12 años. La movilización congregó a miles de mujeres que alzaron su voz para exigir justicia y la erradicación de toda forma de violencia contra las mujeres y las niñas, y que entre las consignas lanzadas en el trayecto se escuchó “El estado no me cuida, me cuidan mis amigas” y “El patriarcado va a caer”, entre muchas otras más en las que se exigía seguridad y respeto a la vida bajo la frase “Ni una menos” con relación a la creciente violencia en contra de las mujeres y al elevado número de feminicidios en el país. Guanajuato es el estado con más homicidios dolosos y más casos de mujeres asesinadas en 2020 de toda la República.

Contexto

En Guanajuato, en muchos municipios del estado, como en León, los diversos colectivos de mujeres, junto con estudiantes, profesionistas y mujeres en general, sin ningún interés político de partido, salieron a las plazas a mostrar una vez más que son personas y que reclaman ser tratas como tal y salieron a la calle a exigir la vigencia de sus derechos humanos que son inalienables, que no son negociables, y en que la protesta social se suma a la lucha por la igualdad, la justicia, la equidad que son imperativos en cualquier sociedad contemporánea.

La lucha de la mujeres se inscribe en el conjunto de las acciones  sociales, económicas, culturales y políticas que son necesarias reivindicar para dignificar la vida de todas las niñas y mujeres, para desterrar un patriarcado -que es cultura e ideología- y que esta mirada falo céntrica se ha montado en la lógica del capitalismo y en la lógica del mercado, desde una univoca e impuesta de una división social del trabajo patriarcal, -incluido el trabajo del cuidado y de la crianza de los hijos e hijas- todo a conveniencia de los hombres, para explotar, dominar y controlar a miles de millones de mujeres en todo el mundo.

La visión del patriarcado busca mantener y argumentar una falsa, ingenua y cruel superioridad de los hombres sobre las mujeres y del poder que ostentan, bajo argumentos propios de mito fundacional de en la historia de la cultura y que son soportados por interpretaciones religiosas, muchas de ellas que avalan una estructura patriarcal y que tiene expresiones en un machismo rancio y una misoginia basada en el miedo y la aberración a las mujeres, y que se traduce en la explotación laboral, física, sexual, social, cultural y que se expresan en formas tan aberrantes como lo son marginación y exclusión social, que busca sostener una ideología patriarcal, al extremo del feminicidio de mujeres, niñas y del transfeminicidio.

Las mujeres, la voz de Adriana

“Escribí esto, un poco con la nostalgia de la felicidad que tenía el año pasado, disculpa la mala prosa y el reclamo social, aunque, yo diría que es un reclamo personal:

Hace un año, aproximadamente, estábamos preparándonos para manifestar una legítima solicitud, algunas con mucho dolor en sus historias de vida, otras con enojo por la injusticia, algunas con grafitis, otras, como yo, sólo con la presencia la marcha, con la intención de cambio, de querer que socialmente se puedan presentar la mismas condiciones y derechos, la misma sensación de seguridad, de respeto de valoración para las mujeres, que para cualquier otra persona de este país, de este mundo que nos ha tocado habitar.

Hemos visto llegar la pandemia y con ello, apagar el “hype” que traíamos con ese movimiento, como dije, algunas con un grupo muy específico de amigas con las cuales compartir el ideal y otras, como yo, más en solitario, pero no menos comprometidas a encontrar el eco, la escucha y la solución a los problemas que como mujeres hemos tenido a lo largo de los años.

La biología nos retiene en ocasiones, por la ocasional fragilidad física ya que nuestros genitales son internos, pero delicados, hechos para recibir, de ahí la posición pasiva, que no tiene que ver con que seamos inactivas y dependientes, sino por la condición específica de la  maternidad, al menos por el tiempo de la gestación y los primeros años de la crianza, que afecta, al menos momentáneamente, el proyecto de vida de las mujeres, sin que forzosamente la afección sea negativa, peo inevitablemente hay un cambio en la libertad de hacer las cosas que quisiéramos hacer, pues nos toca más directamente que a los hombres, por la lactancia y otros menesteres, cuidar de los críos, hasta que puedan valerse por sí mismos, en el mejor de los casos. En el peor, no se puede, por la economía que atraviesan la mayoría de las familias del país, con la que se tiene que dejar a los hijos al cuidado de terceros, para poder garantizar que se les acerque lo mínimo necesario, que con sus trabajos puedan conseguir.

En fin, he traído recuerdos de la lectura de esas mujeres que en sus infancias tuvieron que estar bajo el cuidado de dichos terceros, mismos que no distinguieron los peligros y las necesidades que tuvieron estas pequeñas criaturas, que lamentablemente, ahora tienen una historia que tomó rumbos no tan favorables y que necesitan ser resueltos, ser protestados, ser narrados y por los qué hay que exigir justicia.

Así ha pasado un año, en el que hemos visto que este gran e histórico movimiento, ha ido ganando terreno en una parte, con jóvenes y adultas que cada vez más muestran su sororidad, aunque, por otro lado, ha ido también perdiendo el norte en otros puntos, sobre todo cuando vemos que la lucha por evitar la exclusión ha ido dando marcha atrás y ahora se excluye a quien no es “genuina mujer” , “mujer de origen”, como si sólo se debieran considerar los derechos de quienes biológicamente vengan equipadas como mujeres.

Me pregunto ¿qué fue de sus cerebros femeninos? La lucha debe continuar, no debemos desviarnos del humanismo que debe estar de trasfondo en cualquier consideración, del humanismo renacentista que fue el contraste del terrible oscurantismo medieval. La libertad debe continuar su rumbo, aquel en que los hombres y las mujeres, los niños y las niñas, trans o no, permitan que la inteligencia impere sobre la idiotez y evitar un pensamiento mágico, absurdo, que se vuelve intento de excluir a la que es diferente.

Extraño el año pasado, en el que salimos las mujeres, yo con mis sobrinas, entre alumnas y exalumnas, estar muy juntas era hermoso, caminar, gritar, reaccionar al llamado de una mujer por cada determinado bloque para organizarnos y expresar, mujeres, quienes nos sentimos eso, mujeres, listas, atractivas, poderosas, mujeres. Mujeres que tienen diferentes modos de gozar, diferentes ideologías, diferentes historias, pero, al fin y al cabo, mujeres.

No las amo sólo porque lo sean, amo a la que hacen crecer, como mi madre, a las que apoyan y enseñan, a las que disfrutan de su sexualidad, a las que se alían porque hay una causa justa. El día ha tomado un color y un olor que me trajo a la conciencia el imperativo de que no debo olvidarme de quién soy yo y de lo que debo seguir aportando a todas las mujeres de hoy, trans o no. El trabajo de “crear conciencia social” implica realmente ir de poco en poco confrontando al conservador irrespetuoso.”

Agradezco a Adriana Alcaraz el permitir compartir de forma pública su mirada personal, sus reflexiones y la invitación para crear una conciencia social de inclusión, respeto, tolerancia y reconocimiento de todas las mujeres, sí, así en plural y desde una sororidad real y activa. Desde el testimonio y desde la palabra que nos compromete con la vida de las mujeres como seres humanos y como personas con toda su dignidad y sus derechos.

Por: Adriana Alcaraz de la Rosa/ Arturo Mora Alva

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *