Duda y curiosidad

Arturo Mora Alva

“El mayor enemigo del conocimiento no es la ignorancia, sino la ilusión del conocimiento”.

“Para sobrevivir como especie, a la larga debemos viajar hacia las estrellas”.

“La ciencia no es solo una disciplina de la razón, también lo es del romance y la pasión”.

   Stephen Hawking

Hoy todo se pone en duda, y no es algo menor, porque en un mundo en donde la comunicación entre las personas se ha ampliado como nunca en la historia de la humanidad, a través del uso Internet y de las llamadas redes sociales, es necesario “filtrar” “evaluar” y “discernir” sobre la información que se pone a circular ahí, ya que en muchos casos se trata de ideas que tienen poco fundamento, que son opiniones particulares y que muchas veces tienen fines poco claros o intereses bien definidos.

Por otra parte, en la llamada sociedad de la información la recopilación de datos de todo tipo, nos llevan a tener referencias numéricas, porcentajes y frecuencias de casi todo, hemos creado sistemas de información con índices e indicadores de casi todo. Hay proyectos de información en tiempo real como https://www.worldometers.info/es/ o bien puestos de forma gráfica como lo es https://worldmapper.org/ . En ambos ejemplos podemos ver una radiografía a escala global de lo que pasa en el mundo y de ahí podemos desatar nuestra curiosidad e iniciar una series de procesos para establecer preguntas sobre la realidad, desarrollar relaciones entre los datos, hacer inferencias y sacar algunas conclusiones sobre muchos temas y problemas que nos afectan como sociedad.

En esta sociedad del conocimiento, el uso y el análisis de la información que debería ser útil para la mejor toma de decisiones en beneficio de la sociedad, se queda solamente como “referencias” o son sólo “datos” que pierden su valor ante las visiones de quienes gobiernan, de quienes disponen sobre los recursos naturales y de quienes controlan la economía en un mundo global. En cualquier caso, el papel de la ciencia, de la tecnología y de todos los recursos de pensamiento social, psicológico y filosófico quedan relegados ante los intereses del poder. Lo que está pasando con el Covid-19 vuelve a poner en evidencia todo esto.

Tenemos el conocimiento necesario para enfrentar y sabemos cómo revertir situaciones de contaminación ambiental, de deforestación, sabemos que hacer para el cuidado del medio ambiente, de preservación de la flora y la fauna, incluido el control de la pandemia. Sin embargo, poco se hace. Hemos creado una serie de artilugios legales, de verdaderos laberintos jurídicos y de justificaciones “sociales” por el bien del país para arrasar con el planeta y para justificar lo injustificable. También tenemos la inteligencia para desarrollar estrategias y crear políticas publicas para atender diversas situaciones humanas, como lo son el hambre, la pobreza, la exclusión social, entre otras muchas de las situaciones que ponen en vulnerabilidad a millones de personas y en las cuales la dignidad de las personas queda olvidada.

En el tema del desarrollo y de la llegada la vacuna contra el Covid-19, vuelve a poner a la ciencia y la tecnología como la oportunidad de reivindicar las capacidades humanas y la inteligencia de la especie humana. Sin embargo, los retos de la producción masiva, -se necesitan miles de millones de vacunas- va más allá del esfuerzo de una decena de laboratorios farmacéuticos y sus alianzas con universidades e institutos de investigación, y que se ven opacados esos esfuerzos ante las decisiones políticas de los gobiernos -nacionales y locales- con las diversas formas en las que se busca sacar ventaja política, léase electoral, con relación a la distribución y aplicación de la vacuna. Algo pasa cuando la vida y la salud se convierten en botín político. El tema de los tanques de oxígeno medicinal y su llenado en unos cuantos días ya son “servicios políticos” en municipios y alcaldías del país.

A todo esto, se suma de alguna manera la omisión y la ignorancia de quienes asumen responsabilidades en la administración pública. Los temas de la violencia y el delito pueden ser atendidos y revertidos si se ponen en acción estrategias, planes y programas que han tenido éxito en otras partes del mundo, y que si bien se tienen que adaptar a las particularidades de nuestro contexto, han demostrado su eficiencia y su eficacia, si se parte de la prevención del delito y se hacen programas con transparencia y rendición de cuentas, en donde se aborda de forma integral y se hacen acciones para todo lo que implica el fortalecer la cohesión social, la vida comunitaria y la gobernanza.

También se sabe que se requieren desarrollar estrategias de educación integral y de promoción efectiva de la cultura, el deporte y la recreación, rubros que son sacrificados para hacer puentes, carreteras y otras obras que reportan utilidades para unas cuantas empresas y personas. Se sabe, que debemos contar con instituciones sólidas, honestas y comprometidas con sus tareas y responsabilidades. Sin embargo, la duda crece ante su funcionamiento y en donde los resultados faltan, a la par, de que las instituciones son cooptadas por el poder de los partidos políticos en turno, lo  que nos lleva  a considerar,  la urgente necesidad de contar con instituciones del estado capaces de velar por la democracia representativa y por contar con una estructura eficaz y honesta en la administración e impartición de justicia, con una clara independencia de los otros poderes, incluidos los fácticos, que dicho sea de paso, son los que ahora tienen el control de buena parte del territorio en el país y de algunos estados, por ejemplo, en el caso de Guanajuato.

La duda crece ante la oferta política, ante los malos resultados de los gobiernos y los intereses particulares de los partidos políticos. Pero, la curiosidad debe crecer también en nosotros para preguntar, investigar y desarrollar un pensamiento crítico, e impulsar un proyecto de nación que empieza por ir exigiendo resultados, transparencia y rendición de cuentas. Sobre todo a demandar gobiernos que atiendan el reclamo de justicia y por la seguridad pública -a la que se suma ahora- la demanda por la salud pública y la necesaria actuación con responsabilidad, inteligencia y sentido común, ante la propagación de los contagios por Covid-19 y la necesaria prioridad de ofrecer los mejores servicios de atención a los enfermos, a la vez de priorizar la medidas de atención, cuidado y reconocimiento a todo el personal de los servicios de salud que están atendido a las personas enfermas.

Los retos que está dejando la pandemia para los siguientes meses y años es desafiante y crítica. Implicará dar valor a la atención a la educación en general y a la necesidad de desarrollar verdaderos programas de reforzamiento, compensación, aprendizaje acelerado, así como del uso de todas las tecnologías educativas, en todos los niveles, para intentar detener la catástrofe educativa que se viene. Pero también, se va requerir creatividad para el desarrollo de nuevos esquemas para la inversión y para el desarrollo de empresas, para generar empleo y resarcir en el corto y mediano plazo los salarios y la capacidad de ahorro.

Se va requerir un real cambio de paradigma en el campo de la salud, para incorporar los elementos asociados a la alimentación y a una nutrición adecuada y pertinente para la población, a la vez, de desarrollar un sistema de atención integral a la salud emocional y mental de las personas. Los saldos del Covid-19 no son sólo de enfermos y muertos. Las secuelas que va dejando el Covid-19 son como las graves consecuencias que dejan las guerras y va más allá de muertos y heridos.

Por ahora, la duda y la curiosidad tienen que ser parte de una nueva mirada en la sociedad mexicana, en donde el pensamiento crítico y la formación de una nueva ciudadanía mejor informada, con una vocación democrática y con un claro compromiso por la justicia social y con un aprecio y valor por la persona humana, puede que sea la posibilidad de construir y desarrollar una nueva nación, esa que nos merecemos tanto, desde hace tanto tiempo.

Por: Arturo Mora Alva

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