La incertidumbre, la tristeza y la locura

Arturo Mora Alva

“Disentir es uno de los derechos que le faltan a la Declaración de los Derechos Humanos.”

“El caos no es más que el orden esperando ser descifrado.”

                                                                                         José Saramago

En la semana que ha pasado me he encontrado con tres textos que circulan en las redes sociales, cada uno de ellos tiene su fuerza y logran atrapar la atención por lo que dicen y por lo que implican en estos tiempos que recorren la vida misma con todas sus circunstancias. Contienen ideas para poder dimensionar y comprender lo que nos está pasando y también para salir de esta pandemia. Así que intentaré compartir algo que creo que nos viene bien ahora que hemos llegado al millón de contagios y a casi los 100 mil muertos por el Covid-19 en el país.

La incertidumbre.

Hoy se dice que la inteligencia humana es la capacidad de enfrentar la incertidumbre y ojalá podamos poner a prueba la inteligencia humana de forma colectiva. Margaret Heffernan* que es una “prestigiosa intelectual británica que durante los últimos años ha estudiado un tema crucial: la incertidumbre. A comienzos de 2020 publicó su libro “Inexplorado: cómo trazar el mapa del futuro”, en la que propone 5 habilidades para enfrentar la incertidumbre en estos tiempos y que bien vale la pena conocerlos:

  1. La imaginación. Hoy es una forma de lidiar con la incertidumbre: en lugar de ir en busca de certezas, permite plantearse diferentes posibilidades, distintos caminos o salidas y jugar con cada una de ellas.
  2. Adaptación. Adaptarse es estar dispuesto a cambiar en función del principio de realidad, no podemos negar lo que sucede alrededor y ahí radica la posibilidad de hacer ajustes y cambios en nuestras prácticas personales y sociales.
  3. Colaboración. La crisis planteada que estamos viviendo implica que nos necesitamos unos a otros para salir adelante. No hay manera de salir bien librados de forma individual. Solo desde lo colectivo es que podemos recuperarnos.
  4. Motivación. Es tener el interés y el deseo que es fundamental para realizar cualquier acción para atender lo que nos pasa, es también tener la visión y la energía interna para utilizar cualquier herramienta que tengamos a la mano y hacer de ella algo realmente valioso, incluida la tecnología, para ayudarnos entre todos.
  5. Hacer experimentos. Se trata de innovar, de probar, de experimentar, tanto en el ámbito privado como en el laboral, es decisivo para aprender a encontrar salidas a las circunstancias desde el principio de realidad, sin ingenuidad, pero sí, con el propósito de resolver situaciones, dilemas, problemas, incluidos los agobios que se suman en estos tiempos de caos social y personal.

La tristeza

Hace unos días Martín López Calva, un buen amigo, publicó en “Lado B” De la tristeza a la resistencia*, texto que recupera e integra una breve pero profunda reflexión de José María Rodríguez Oliazola SJ ** sobre la tristeza que nos invade en estos días y que nos acerca a una invitación que nos reta: “No podemos dejar que la tristeza venza la partida. Más que nunca, ahora, toca buscar la alegría verdadera de estar vivos y tener motivos” y propone lo siguiente:

  • Resistir.  «Hace falta resistir. Resistir frente a la tentación de la derrota, con herramientas que son más necesarias hoy que nunca: el humor, la esperanza, y la capacidad crítica”.
  • Humor, para no dejar que el enfado que nos quieren instalar en la entraña se adueñe de nosotros; para no seguir bailando al son de tambores de guerra que solo benefician a los violentos. Humor para reírnos de lo absurdos que somos, de lo frágiles que nos hemos descubierto, de lo ridículas que parecen ahora las preocupaciones de hace un año”
  • Esperanza, porque hubo, no hace tanto, unas semanas en que parecía posible que cuidásemos unos de otros de un modo diferente. Hubo un instante en que pareció razonable ir a una. Y en que parecía que se podían aparcar las mezquindades en favor del bien común. Me niego a creer que aquello fuera solo un espejismo, por más que hayan vuelto a coger las riendas los que cabalgan mejor a lomos de calamidades”.
  • Capacidad crítica, para señalar lo que no funciona, pero valorar lo que sí. Para no anclarse en los diagnósticos sin propuestas, pero tampoco en las propuestas sin fundamento. Para pensar en el largo plazo más que nunca ahora, cuando la alternativa es refugiarse en un carpe diem de series y reuniones virtuales”.

La locura

Juan Villoro en un texto publicado por Reforma el pasado 10 de noviembre bajo el titulo de “Noviembre y locura” *** nos cuenta su mirada que hace visible la locura:

“Me intriga nuestra necesidad de esconder a los locos, de no mirarlos, la facilidad con la que los volvemos invisibles. Pero por más que pretendamos que no, están ahí y quieren decirnos algo: quizá que los verdaderos dueños de la cordura son ellos”. Y después de narrar sus encuentros con esos locos que están en las calles y que ahora se multiplican en todas las ciudades del país nos interroga: “¿Qué hace una sociedad con la locura? ¿Cuál es el rol arquetípico de los locos en una comunidad y por qué la relación con ellos es tan hostil y tan mezquina en las urbes exultantes de progreso?” y concluye “Será que regresaron a ser sombra dantesca de ciudad, como dice Noyola en su poema El arcano cero. El loco.”

Lo que nos trae Villoro al pensamiento, al aquí y al ahora, es el tema de la Salud Mental, en una realidad nacional que sigue poniendo a prueba nuestras capacidades para mantenerla y para lograr sostener cierta cordura, cierta normalidad, si es que podemos hablar “de cordura y de normalidad” de los seres humanos. Lo cierto, es que las alteraciones emocionales se multiplican y los problemas que nos agobian nos están afectando emocionalmente más de lo que podemos reconocer.

La batalla

Hace unos días conversando con una gran y buena amiga, salía el tema de cómo la tristeza que nos está rodeando nos pone muy sensibles, con un dejo tristeza que es distinta a la tristeza común que se va dando en las tragedias humanas y entre las noticas de los muertos que se acumulan sin sentido y de los contagios que se multiplican y nos ponen vulnerables y con temor. Una realidad que de alguna manera hace que la desesperanza se vaya instalando y nos llene de desolación. Hablar nos permitió encontrar en las palabras, eso que también reconforta, alienta y crea una nueva esperanza ante el caos, desde la escucha, desde la comunicación franca y que nace del compartir las emociones y los sentimientos. Pudimos tomar algo aire limpio y fresco, con ello nuevas perspectivas para la acción, para el hacer, para poder decir y para estar con otros y otras, para buscar el estar lo mejor posible todos.

Rodríguez Olaizola SJ escribió: “No podemos dejar que la tristeza venza la partida. Más que nunca, ahora, toca buscar la alegría verdadera de estar vivos y tener motivos”. Comuniquemos esto con nuestro testimonio a nuestros hijos, a nuestros estudiantes, a los futuros ciudadanos de este país y de este planeta en el que algún día vencerá la vida”.

Como el viento mismo que el otoño trae y crea mini huracanes efímeros que nos refrescan el alma y nos hacen sentir la vida en la piel, y que es como el virus que nos trae de cabeza, -no lo vemos pero se siente- y está creando verdaderos vórtices que están moviendo las raíces de nuestras creencias y convicciones, y que en esa danza sublime de hojas de colores ocres, marrones, cafés y amarillas que vuelan y quedan en la tierra, nos recuerdan que la vida es un ciclo, que en ese soltar está la posibilidad de que el follaje se renueve con vigor, con la fuerza de la vida que hasta ahora da la batalla y que no deja que el deseo desaparezca y que la esperanza muera, y que por tanto, nos corresponde a nosotros encontrar y sentir la alegría verdadera, esa que se encuentra en el amor.

*https://lamenteesmaravillosa.com/margaret-heffernan-y-las-5-habilidades-esenciales-en-tiempos-de-incertidumbre/?fbclid=IwAR2OHdBNS6NfW58Oipvg5X0YLmksDENjVh

Por: Arturo Mora Alva

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