“Ojalá podamos tener el coraje de estar solos, y la valentía de arriesgarnos a estar juntos.”
“Sólo los tontos creen que el silencio es un vacío. No está vacío nunca.”
Eduardo Galeano
Una vuelta más a la tuerca. No cabe duda la vitalidad de la sociedad esta siendo mermada. El desanimo se va sintiendo. La tristeza recorre con más tenacidad los espacios de vida. La locura nos invade. Lo importante son otras cosas para la clase política, la salud, la seguridad, la dignidad no lo son.
La incertidumbre es posibilidad cuando hay pensamiento crítico, esperanza y humor. Creo que ahora se trata de pasar de la tristeza a la resistencia, de la resistencia a coraje y del coraje a la rebeldía. No se trata al menos creo yo de una rebeldía vacía de sentido, sino una que tenga que responder la pregunta ¿Qué mundo queremos de ahora en adelante?
¿La resiliencia social, la resistencia civil, el coraje humano, la rebeldía amorosa, se podrán construir socialmente?
Los emisarios del optimismo capitalista se suman a la lógica de hacer de la muerte y la tragedia un negocio. El lucro sigue siendo la prioridad para las élites, las ganancias lo son todo, mejor dicho, lo único. Thomas Piketty*, plantea que hay una “nueva narrativa sobre la desigualdad económica, social, intelectual y política en el mundo […] la historia de los sistemas de justificación y de estructuración de la desigualdad social, desde las sociedades trifuncionales y esclavistas antiguas, hasta las sociedades poscoloniales e hipercapitalistas modernas. […] El discurso meritocrático y empresarial es, a menudo, una cómoda manera de justificar cualquier nivel de desigualdad por parte de los ganadores del sistema económico actual, sin siquiera tener que someterlo a examen, así́ como de estigmatizar a los perdedores por su falta de méritos, de talento y de diligencia”. El poder del capital ha llevado el tema de la lucha de clases al plano solamente de la ideología, de ahí que el individualismo haya acabado con las ideas de la organización de clase y que la sociedad civil se muestre atónita y desarticulada.
El anuncio de la probada efectividad de las vacunas para atacar al Covid-19 permiten hacer su agosto, las empresas farmacéuticas que desde ahora se soban las manos esperando las millonarias ganancias. Los costos de las vacunas, su producción, su distribución, su almacenamiento, su aplicación en la población implicaran serios retos de logística, control y sobre todo de criterios éticos y de políticas públicas transparentes, pertinentes y lo más importante con una visión de justicia social.
No hay claridad en los dichos de los gobiernos y de las empresas para atender el problema del Covid. La capacidad hospitalaria para atender a los enfermos graves está llegando a su límite, la “curva” nunca se aplano. Las promesas están cargadas de intereses políticos y económicos.
En México la vida política se mueve en escaramuzas mediáticas, entre las formas de atender los efectos y daños a la población de los desastres naturales como lo es la situación en Tabasco y la aprobación del Senado de la República para aprobar el uso también recreativo de la mariguana. Entre los 100 mil muertos por Covid-19 y la repatriación del exsecretario de la Defensa Salvador Cienfuegos y los amagues ahora en contra de la CIA y la DEA que el gobierno federal anuncia.
Lo importante son otras cosas para el gobierno. Para las empresas la urgencia de activar la economía es la prioridad, lo importante. Se trata de explotar el miedo y la desesperación ante la parálisis de las actividades industriales y de comercio. El largo “Buen Fin” fue el pretexto ideal para incentivar a la gente a salir a las tiendas, hacer filas para entrar a negocios anunciando sus rebajas y ofertas, se llenaron establecimientos comerciales, hoteles, y restaurantes, el efecto logrado fue una derrama económica nada despreciable después de meses de pérdidas acumuladas, todo ello, en busca encontrar formas de sobrevivir económicamente hablando, pero el saldo es también el incremento de casos de contagio de Covid-19. El semáforo regresó de amarillo a naranja y seguramente regresara a rojo y luego serán muchos crespones negros.
Lo verdaderamente importante, la vida y la salud de las personas, no es importante para los gobiernos, ni para la lógica económica. La nueva normalidad no puede ser el regresar a lo que ya hacíamos antes de la pandemia. El capitalismo hace creer esto y nos pone ante la responsabilidad de los contagios y de la salud física y mental como si fuera un asunto estrictamente individual y privado, pero no es así.
- Lo importante es cambiar la manera de entender el papel del estado y de las políticas de gobierno.
- Lo importante es repensar la función social de las empresas y su responsabilidad.
- Lo importante es poner el tema del Bienestar y del Bien Común como prioridad.
- Lo importante es poner en práctica nuevas formas de relación social entre el poder político y la ciudadanía.
- Lo importante es poner en práctica nuevos modelos de desarrollo sustentable para la producción de los satisfactores básicos, incluidos los alimentos.
- Lo importante es construir una agenda social para detener la corrupción y la impunidad.
- Lo importante es poner un alto a todos los tipos de violencias que se han naturalizado.
- Lo importante es hacer que la vida y la dignidad de las personas sea lo realmente valioso.
- Lo importante es revisar las bases y los supuestos en los cuales se han cimentado las estructuras de las familias y de las parejas.
- Lo importante es abrir el espacio para la tolerancia, la inclusión, el respeto y el reconocimiento de las diferencias y hacer de la diversidad humana un espacio efectivo de derechos.
- Lo importante es comprometernos con nosotros y con los otros a construir un proyecto civilizatorio urgentemente humano.
- Lo importante es entender que el tiempo de agota.
- Lo importante es evitar que la cultura y la pulsión de la muerte ganen.
Por: Arturo Mora Alva